La comedia que se ríe de sí misma vuelve para infiltrar a este dúo improbable de policías en un grupo de jóvenes universitarios.
Si conectas con la pareja de protagonistas Channing Tatum y Jonah Hill las risas están garantizadas. Esta segunda parte de “Infiltrados en clase” es aún más reflexiva sobre su propia condición, ya sea como secuela, como episodio de una serie televisiva, como buddy movie, como thriller de acción o incluso como comedia romántica entre los dos protagonistas. “Infiltrados en clase” era a “Glee” lo que “Infiltrados en la universidad” es a “Community”. Ambas series comparten con esta saga el brillo de reinventarse mofándose de sus defectos. Lo que hace especial a “Infiltrados en la universidad” es su inteligencia para reírse de sí misma, que no se agota en ningún minuto.
Segundas partes no tienen por qué ser malas
Así explica el jefe Hardy a los agentes de policía Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill) el porqué de una nueva misión: “Señoritas, a nadie le importaba una mierda una segunda parte de Jump Street, pero tuvisteis suerte. Ahora este departamento ha invertido un montón de pasta para asegurarse de que Jump Street siga adelante. El único problema es que los coreanos compraron la iglesia de nuevo, así que nos mudamos a la acera de enfrente”. En esta nueva misión Jenko y Schmidt deben infiltrarse en la universidad como alumnos y en su paso por la facultad suplirán las carencias educativas y (especialmente) emocionales que ambos arrastran.
Si se piensa bien, segundas partes no tienen por qué ser malas, al contrario, pueden ampliar y explotar las virtudes que hicieron de la primera un éxito y aprovechar que ya tienen a su público ganado. Es algo que en su día hicieron películas icónicas como “El padrino II” (Coppola, 1974) y “El imperio contraataca” (Kershner, 1980) o, muy recientemente, “Resacón II” (Philips, 2011) y “El caballero oscuro” (Nolan, 2008).
El colega de fiestas ideal
Después de protagonizar clásicos como “Supersalidos” o “El lobo de Wall Street”, aquí Jonah Hill engrandece su mito de colega ideal de cualquier hombre y, además, aparece en los créditos como guionista. Es cierto que esta secuela repite el esquema de “Infiltrados en clase” pero no se hace nada repetitiva por dos cosas. La primera es que parte de una idea concepto con gancho. Y la segunda es que Hill y Tatum forman una pareja hilarante. La música es otro recurso que se utiliza con mucho acierto para multiplicar el efecto de las bromas visuales e incluye temas como “Too Hard” de Kurt Vile o “Missing You” de John Waite.
No sé si habrá tercera parte. Probablemente la saga ya esté explotada al máximo, porque “Infiltrados en la universidad” no escatima en gastar todos los cartuchos y quemar todas las bromas posibles al respecto. Gracias a eso tenemos una película divertidísima, con una sola pega, un exceso de duración: le sobran 20 minutos y un giro de guión. Pero merece la pena.
Frases destacadas de “Infiltrados en la universidad”:
- Schmidt: “Ha ido a una clase de Sexualidad humana y ahora se cree que es Harvey Milk”.
- Schmidt: “Que alguien le traiga un vaso de agua. Es negro, ¡lo ha pasado fatal!”
- Dickson: “Me han dado un aumento gigantesco por ser vuestra niñera otra vez”.
- Hardy: “Señoritas, a nadie le importaba una mierda una segunda parte de Jump Street, pero tuvisteis suerte. Ahora este departamento ha invertido un montón de pasta para asegurarse de que Jump Street siga adelante. El único problema es que los coreanos compraron la iglesia de nuevo así que nos mudamos a la acera de enfrente”.